Comenzaron las vacaciones de invierno y puedo asegurar que en el 100% de las casas ayer fue un verdadero caos. A los niños les cuesta dosificar la energía y esperaban que en un día pudieran hacer todos los panoramas que tienen en mente. Al menos en mi casa, ayer la energía de los niños salía hasta por las ventanas. Es por eso que hoy queremos dejarles una serie de actividades que ayudarán a relajar a nuestros hijos.
Burbujas: una de las maneras más simples y efectivas de relajarnos es haciendo respiraciones hondas donde llenamos nuestro pulmones de aire y lo soltamos poco a poco. Enseñarle esta técnica puede ser difícil pero con la ayuda de las burbujas podemos hacer que este juego les ayude a calmarse. Pídele que llene toda su guatita de aire hasta quedar gordo, gordo y que poco a poco sople hacia las burbujas, haciendo que salgan una tras otra. Repitan varias veces.
Plasticina: hacer bolitas de plastilina, estrujarlas, golpearlas con el puño, rodarlas entre las manos, etc. ayuda a los niños a relajarse. Deja que tu hijo juegue libremente, sin ponerle reglas o limitaciones a su juego para permitirle ser creativo y relajarse.
Imaginación visual: las técnicas de imaginación visual también pueden ser muy útiles para relajarse. Imagínense un lugar que a tu hijo le ayuda a estar tranquilo, hablen de cómo es el lugar, cómo huele, qué cosas hay, qué sonidos se escuchan. Pueden hacer un dibujo del lugar o buscar una foto y mirarla mientras hablan. Esta técnica le ayudará a empezar a tomar conciencia de cómo su cuerpo se siente cuando está relajado (parecido a las técnicas de meditación que hacen algunos adultos).
Ejercicios de relajación: puedes usar técnicas imaginativas para hacer ejercicios de relajación con tus hijos. Por ejemplo, cuando estén estirados, háblales de cómo sus brazos pesan mucho, como un saco de arena, luego sus pies, etc. y mientras hablas de diferentes partes de su cuerpo, les pueden ir diciendo buenas noches a cada parte del cuerpo… así les ayudas a relajarse antes de dormir. Puedes también hacerles pensar que bajan por una escalera muy larga, despacito, y con cada peldaño que bajan, tienen que respirar bien hondo, llenando su guatita. Pueden imaginar también que están soplando como un pajarito, dejando ir el aire muy despacito. Al final de la escalera, háblales que van a llegar a cuarto lleno de algodón, o almohadas, o algo suave donde pueden estirarse y relajarse… Ahhhh! de solo pensarlo ya nos relajamos
Risas: reírse es uno de los mejores calmantes. Cuando nos reímos mucho, nuestro cuerpo se siente muy relajado. Así que si ves a tu hijo estresado, ansioso o enojado, busca formas de reír y disfrutar juntos, además de relajarlo pasaran un increíble momento juntos.