Ya hemos hablado de la importancia de convertirnos en un líder para nuestros hijos, es decir, en alguien que guía en el mágico proceso de construir su personalidad.
Para ejercer un sano liderazgo ya hemos dado algunas pautas. Hoy quiero comentar una tremendamente importante y que tiene que ver con enseñarles a ver el mundo desde un lente de optimismo y positividad.
El optimismo es una característica interna que está lejos de depender de lo que ocurre afuera, ya que depende de cómo uno interpreta lo que le pasa. Ser optimista tiene que ver con una tendencia a esperar que el futuro depare resultados favorables, nos ayuda a enfrentar las dificultades descubriendo lo positivo y confiando en nuestras propias capacidades.
Estudios han demostrado de qué depende la felicidad y estos concuerdan en que solo un 10% es atribuible a las circunstancias de la vida. El resto se atribuye a la genética en un 50% y a la voluntad personal en un 40%. Por lo tanto ¿qué podemos deducir de acá? Que tenemos un alto porcentaje que podemos entrenar ¿cómo? A continuación van algunos tips que pueden ser de ayuda.
Primero que todo revisemos nuestra propia actitud frente a los hechos que nos ocurren. No olvidemos que somos el principal referente para nuestros hijos y que ellos imitarán gran parte de nuestras actitudes. Si ante una dificultad, un obstáculo en el camino, nosotros mismos nos deprimimos y queremos tirar todo por la borda porque pensamos que ya está todo perdido, no estaremos transmitiendo el mensaje de que en la vida, muchas veces las cosas no se consiguen a la primera y hay que perseverar. Transmitámosles a nuestros hijos que las frustraciones son parte de la vida y que hay que aprender a tolerarlas, transmitámosles que uno solo fracasa cuando deja de intentar.
Tratemos de inculcar nuestro optimismo enseñándoles a analizar las situaciones negativas de manera específica, sin generalizar como ya hemos comentado. Si no obtuvo el resultado que esperaba frente a un objetivo propuesto, ayudémosle a ver que ese es un hecho puntual y que en muchas otras ocasiones si es capaz de lograr lo que se propone. Ante un “Nunca logro lo que quiero” preguntemos “Si bien, en esta oportunidad no lograste lo que esperabas ¿En qué oportunidades si lograste lo que querías?” Seguramente encontraremos varias. De esta manera ayudamos a focalizar la mirada en lo positivo y fomentamos una visión mucho más optimista de la vida.
El optimismo no es una característica que se tiene o no se tiene. El optimismo es una característica que se entrena. Recordemos que nuestra visión de realidad responde a nuestra particular manera de ver el mundo, por lo tanto, una situación no es buena o mala en sí; sino que una misma situación es de una determinada manera, dependiendo desde donde nos paremos a mirarla.