Un estudio de la Universidad de Loyola, en Estados Unidos, demostró, que al igual que la felicidad y la tristeza, los sentimientos de culpa pueden transferirse de una persona a otra.
Para llegar a esta conclusión, los investigadores se centraron en probar que cuando alguien está expuesto a una persona que se sabe que hizo trampa, se genera un sentimiento de pesar en las personas que no habían hecho nada.
Para llegar a esta conclusión, lo que hicieron fue sentar a los voluntarios del estudio en distintas sillas en una sala. Luego, sólo se les informó a los que se sentaron en sillas en las que alguien había hecho trampa. Posteriormente a este ejercicio, las personas que se sentaron en estas sillas, indicaron que se sentían agobiados y culpables, mientras que los otros, no presentaron variación en sus sentimientos.
Este estudio fue publicado en el Journal of Experimental Social Psychology y viene a complementar estudios anterior que se habían realizado sobre la “transferencia moral” que puede afectar tanto a la persona que cometió algún ilícito, como a las que están expuestas a éste, sin haberlo realizado.
Esto demostraría como muchas veces evitamos el contacto con personas, u objetos que les pertenecen, ya que encontramos que están “cargados de malas vibras” y nos hacen sentir incómodos.