- En los niños pequeños es muy normal que se desencadenen pataletas que nos lleva a perder la paciencia con ellos con mucha facilidad. La pataleta “es una expresión conductual intensa de rabia, caracterizada por llantos, gritos y comportamientos primitivos, como lanzarse al suelo, golpear el piso con los pies y puños o darse cabezazos contra un muro” (Amanda Céspedes, Niños con pataletas, adolescentes desafiantes).
No es un muy buen panorama ver a nuestros hijos con este desborde de rabia que no puede controlar. Y que algunas veces, incluso, puede llegar a la agresión física si intentamos intervenir en medio del ciclo de la pataleta.
Para evitar que éstas se vuelvan sostenidas en el tiempo, es fundamental que podamos abordar las primeras pataletas de forma correcta, con calma y sin alteraros. Si lo hacemos de manera agresiva, con amenazas e incluso golpes, sólo estaremos potenciando esta conducta en nuestros hijos.
La pataleta cuando está desatada no debe recibir ningún tipo de refuerzo. Debemos dejar que el niño saque todos esos sentimientos que lo están desbordando. Lo fundamental acá es que nosotras seamos capaces de mantener la calma y esperemos hasta que pase para recién intervenir. Si esta rabieta gigante se da en público (en la calle, mall, supermercado o con otras personas de la familia), debemos “sacar el niño de escena” término que utiliza Amanda Céspedes en su libro para explicarnos que debemos llevarlo a un lugar tranquilo donde su rabia fluya hasta que se canse.
Es importante que seamos concientes de lo que debemos hacer nosotras frente a este tipo de emociones que embargan a nuestros hijos. No debemos intervenir, es más, debemos permanecer junto a nuestro hijo, pero en silencio y en calma. Serenas y tranquilas y continuar haciendo lo que nos ocupaba, cosa de sacar el foco de la rabia.
La pataleta no es eterna. Se acaba en algún momento y es ahí recién cuando podemos explicarle a nuestro hijo que ese comportamiento no está bien.
Pero también debemos saber que podemos evitar una pataleta. Y es acá donde la observación es fundamental. Conocer a nuestros hijos, sus horarios, su rutina es una de las estrategias más exitosas para prevenir una pataleta. Si ya presentaron una, analicemos que fue lo que la desencadenó y así estaremos atentas a esos factores ambientales, de ansiedad o de celos que desencadenan ese comportamiento.
Muchas veces, las pataletas son una forma de llamar nuestra atención. Es por eso que la observación y compartir tiempo de calidad con ellos es fundamental. Para nosotras, estas expresiones son desproporcionadas, pero para ellos son absolutamente normales, pues quieren conseguir algo que no logran o se ven sobrepasados de estos sentimientos que no pueden controlar. Seamos empáticas con nuestros niños, pensemos como ellos y no como adultos.
Debemos ser un modelo para ellos. Auto controlarnos y no enganchar con la pataleta. Conservar la calma, contar hasta 1.000 si es necesario. Observar, observar y observar a nuestros hijos. Ellos son nuestros mejores guías. Conozcamos su conducta y así podremos predecir ciertos factores que pueden desencadenar una pataleta.
Pero lo que nunca debemos hacer es ponerle etiquetas a su comportamiento. A medida que van creciendo, es muy difícil sacarlas y pueden marcar y definir su carácter. Es por esto, que cuando nuestros hijos estén simpáticos, tranquilos y portándose bien, hagámosle saber que así nos gusta más que de la otra forma.
Como en todo el desarrollo de nuestros hijos, nosotras somos parte fundamental para ayudarlos y guiarlos en su comportamiento. No desesperemos y si vemos que es una conducta que ya no podemos controlar, pidamos ayuda a un especialista, para que nos guíe de la mejor manera posible.