Se acerca Navidad y la idea de regalar buenos libros es una gran alternativa. Es por eso que hoy les quisimos contar sobre El Príncipe de los Cuatro Vientos, de Joseph Michael Brennan. Ésta es la segunda parte de una saga fantástica chilena para los jóvenes (y no tanto) que ya en su primer número (Las Cenizas del Juramento, ¿se acuerdan?) nos dejó a todos enganchados.
Pero esta vez quisimos contar con el review de alguien que conociera a fantasía y leyera mucho de ella. Es por eso que hoy contamos con la colaboración de Eugenio Poli, quién nos presenta esta reseña de El Príncipe de los Cuatro Vientos.
“Haciendo gala de una prodigiosa rapidez y capacidad de trabajo, (algo que muchos esperarían de George R.R. Martin estos días), durante este mes hemos podido contar con la segunda parte de la saga de fantasía épica nacional llamada “Las Memorias del Juramento”, del chileno Exequiel Monge, bajo su seudónimo literario Joseph Michael Brennan, – seudónimo mediante el cual hace honor a la influencia de su patria adoptiva Irlanda, país en el que estudia y reside buena parte del año –. La literatura de fantasía, y especialmente la Fantasía Épica o High Fantasy, ha tenido un fuerte desarrollo en nuestro país en los últimos años, y Brennan parece destinado a ser uno de sus mayores exponentes.
En el libro anterior, “Las Cenizas del Juramento”, fuimos introducidos a la tierra denominada simplemente como El Sur, lugar de nacimiento y desarrollo de la República de los Cuatro Vientos. Esta República, cuyo ideario promueve la igualdad y la libertad entre las personas, se ve actualmente amenazada cuando el General Galkirion (conocido como “El Justo” por sus partidarios, y como “El Verdugo” por sus adversarios), se convierte en el gobernante de facto del territorio, poniendo su tradición e ideales bajo amenaza.
Es en este escenario donde conocemos a los protagonistas de la historia, Tahmuz, un joven de Ciudad Alta que ha pasado más tiempo frente a los libros que frente al mundo real (algo que seguramente resonará en muchos lectores de este estilo) y Tarian, nieto del agonizante Príncipe Laorias, y heredero al trono tras el asesinato de su padre a manos de Galkirion. Acompañados de Doenal, el guardián de Tahmuz y uno de los pocos sobrevivientes del Juramento – una especie de orden de monjes guerreros y protectores de la República de los Cuatro Vientos, la cual sufrió una feroz purga por parte del Verdugo –, ambos jóvenes inician un viaje a través del Sur, huyendo de los asesinos de Galkirion, reuniendo aliados, y comenzando el proceso a través del cual derrocar al Verdugo. Ambos jóvenes se apoyarán mutuamente en sus difíciles misiones; Tarian convertirse en el Príncipe que la República necesita, y Tahmuz en pasar a integrar el Juramento y lograr su renacimiento en esta nueva era que se aproxima.
Brennan mezcla la influencia de diversas de sus pasiones para escribir su historia. Desde la Fantasía clásica (con Tolkien como su gran exponente, y que podemos percibir en sus maravillosas descripciones y su aprecio a la naturaleza), a las series de animación japonesa con las que ha crecido (y que se aprecia principalmente no sólo en las escenas de acción, sino en el camino de aprendizaje que sigue el protagonista Tahmuz, que refleja el ideal oriental de ascenso y confianza en la capacidad interior y que las series de Anime recogen constantemente). Batallas a gran escala, viajes por diversos parajes, choques de culturas, y duelos personales de los Juramentados contras sus adversarios, nos entregaron un excelente debut.
No obstante lo anterior, el libro adolecía de una falta de un verdadero peligro. Galkirion era una amenaza presente, pero no es un Sauron. Por interesante que fuera, era necesario elevar el riesgo. Esto se logra de gran manera en este segundo tomo con la introducción, desde sus primeras páginas, de un nuevo personaje, Ataru, perteneciente a la raza conocida como los Asuranna, del norte de las Montañas Muertas. Ataru será el protagonista de una historia paralela a la que conocemos y con el correr de las páginas se convierte en el personaje más complejo de la obra. La descripción de las tierras, costumbres, y hechos de los Asuranna, a quienes hasta el momento sólo conocíamos como una leyenda lejana, la de los “Condenados”, y representada únicamente por la Bestia de Galkirion, es el punto más destacado del tomo. Tan destacado, que tiene quizá como único punto en contra la facilidad con la que eclipsa la trama de las tierras del Sur, al menos hasta la segunda mitad del libro, cuando ambas historias comienzan a entrelazarse.
La aparición de los Asuranna, y cuyas características y elementos de su historia no deben ser ahondados en una columna de opinión a fin de no arruinar la historia, entrega al relato la profundidad y el desafío mayor del que parecía carecer la primera parte. La progresión de los acontecimientos lleva a ambas ramas de esta gran historia a una encrucijada que de seguro producirá una tercera (¿y última?) parte memorable.
Brennan es poseedor de una prosa excelente. Como se mencionó anteriormente, el autor muestra sus mejores armas cuando nos describe con gran detalle todos los elementos que componen una escena. Ya sea los pensamientos íntimos de un personaje, o la inmensidad del paraje que lo rodea, el lector con imaginación viva podrá verlos recreados en su mente con gran intensidad ayudado por estas descripciones.
Las escenas de acción, con la fuerte influencia del Anime, son interesantes y bien descritas, si bien no alcanzan el mismo nivel de composición (aún) que las escenas más “reflexivas”. Las sensaciones y pensamientos de Ataru – por poner un ejemplo – antes y después de una batalla son más interesantes que la acción misma.
Por otro lado, el autor ha sido capaz de crear un mundo atrayente, con colores propios y características definidas, en un lapso de tiempo y de páginas menor que muchos otros autores del género fantástico (Brandon Sanderson, Steven Eriksonn, Robert Jordan, el propio George Martin, por nombrar algunos). Quienes no tengan el tiempo, la experiencia (o la paciencia) de leer tomos de mil páginas cada uno, o sagas de una extensión exagerada, encontrarán en “Las Memorias del Juramento” una excelente posibilidad de disfrutar mucho de lo que hace a este estilo tan popular, escrito de manera fluida y abordable.
La novela es, como conclusión, ampliamente recomendable. Mantiene las fortalezas de la primera parte y las mejora con nuevos elementos que dan profundidad y complejidad a la historia. Resulta un alivio, además, tras ver el fruto de la ética de trabajo de Joseph Michael Brennan, que los fanáticos no deberán esperar 10 años para la resolución de la trama, situación que ha hecho sufrir a los seguidores de la Fantasía Épica desde hace muchas décadas. Considerando la temprana edad del autor, y que J.R.R. Tolkien terminó El Señor de los Anillos cuando ya tenía más de 50 años, ilusiona lo que Brennan puede llegar a crear durante su carrera literaria. No queda sino esperar y ver”.