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“Por favor” y “gracias” desde lo más profundo por @memecarranca

gracias

Hace días que medito sobre un tema bastante común y que por culpa del ritmo de vida que llevamos, suele pasar inadvertido: ¿Cuántas veces al día damos las gracias?

Desde pequeños nos enseñan que existen las “palabras mágicas” que debemos usarla cada vez que necesitamos algo o cuando satisfacen nuestra necesidad. Por favor  y gracias son conceptos en los que todos los padres ponemos énfasis a la hora de educar a nuestros hijos… Pero ¿cuántas veces nosotros usamos estas palabras? Cada vez menos.

Estamos apurados, corriendo por las calles y llegando tarde a todas partes. El tiempo es cada vez menos, pareciera que los minutos volaran… y en medio de esta vorágine dejamos de observar a quienes nos rodean, dejamos de usar palabras tan importantes como un “buenos días”, “por favor” y “gracias”.

Creo que todas hemos visto alguna vez esa imagen que dice “Un café por $1000. Un café, por favor $800” Es que es tan importante usar estas palabras y tan común dejarlas siempre en el aire creyendo que sobran.

¿Cómo van a aprender nuestros hijos a dar las gracias si nosotros no agradecemos? ¿Cómo van a aprender a saludar si no lo hacemos?

Pero mi reflexión de hoy va mucho más allá. Va encaminada hacia la importancia de agredecer. De dar las gracias en primer lugar a nuestro entorno: a la cajera del supermercado, al niño que embolsa las compras, al hombre que nos hecha bencina, a nuestros hijos por llenar nuestra vida de colores, a nuestra pareja por hacernos felices.

¡Sería tanto más linda y feliz nuestra vida si nos detuviéramos a agradecer! No tan solo por el hecho de hacer feliz al otro con nuestras palabras, si no que también por todo lo que ganamos nosotros mismos al agradecer. Es que para dar las gracias debemos conocernos, saber qué nos gusta y qué no, qué nos causa placer y qué nos hace felices. solo desde ahí podemos agradecer a nuestro entorno. La vuelta, entonces, es perfecta: me conozco a mi misma y hago feliz a mi entorno con palabras lindas. ¡Simple, no!

Bueno la invitación es entonces  a agradecer… Desde los más profundo de nosotros mismos, desde ese yo que callamos con el ruido de la mente y de este mundo que vuela. Agradecer desde el fondo de nuestro corazón por las maravillas que la vida nos entrega, por el día a día, por amanecer cada mañana, por respirar, amar, sonreír y observar. Mirar la vida y agradecer por lo que nos hace feliz y por lo que no tanto, pero que nos hace crecer.

 

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