Hoy quiero dedicar esta columna a esas personas que llenan la vida de manera tal, que se van transformado poco a poco en familia. Me refiero a las amigas. Y en especial a mis amigas queridas.
¿Nos hemos preguntado el valor que tienen las amigas? No, no lo creo, porque es invaluable. Las amigas son las personas que están contigo en las buenas, en las malas y cada vez que las necesites.
Esa frase que puse al principio tiene mucho significado para mí. Esa es la frase con que terminamos 4° medio. Finalizamos una etapa importantísima en la vida. Ya no estaríamos juntas todos los días, ya no compartiríamos risas y copuchas diarias. En fin, nos enfrentaríamos a un mundo nuevo solas, sin tenernos al lado.
Mi primer miedo fue pensar que la amistad entre nosotras podría cambiar, la distancia a veces rompe muchas cosas y perder la cotidianidad también. No vernos todos los días, tomar caminos distintos, conocer gente nueva podría hacer tambalear esa amistad.
Pero, aunque no lo crean, paso todo lo contrario. La amistad se volvió más fuerte, aunque “perdimos” el día a día, ganamos saber en el fondo de nuestros corazones que nuestra amistad es fuerte y duradera. Que pese a que tomamos caminos distintos, nos hemos ido fortaleciendo como amigas.
Fuera del colegio, me he encontrado con compañeras y hemos estrechado lazos, nos hemos vuelto más amigas y nos hemos dado cuenta que muchas cosas por las que en el colegio no éramos tan cercanas, finalmente no eran más que tonteras de niñas. Hoy tenemos afinidades que hacen que hoy seamos más cercanas.
Y lo mejor de todo, es que mi grupo de amigas de toda la vida, hoy se ha vuelto un círculo de hierro. Somos amigas, hermanas, confidentes. Una vez leí que las amigas una las elige por afinidad, gustos, formas de pensar y claramente que hoy me doy cuenta que es cierto. Muchas veces cuando somos niños sólo pensamos en jugar y pasarlo bien, por lo que no nos detenemos a mirar y analizar muchas cosas.
Hoy me doy cuenta que estoy rodeada de grandes personas. Con el corazón enorme, llenas de amor por sus familias, por sus hijos, por sus maridos, pololos y amigos. No sé qué sería de mi vida sin ellas, porque son ellas un gran sustento al momento de pasar momentos difíciles. Puede ser que no hablemos en meses, pero sé que están ahí para mí si las necesito.
La amistad es un acto súper generoso. Uno tiene que dar amor, cariño, apoyo sin pedir nada a cambio. La amistad no es esperar que el otro haga lo mismo por mí. Es sentir el corazón pleno de hacer lo que el corazón dicta.
Muchas veces hemos escuchado que el amor hay que cultivarlo, que las relaciones de pareja debemos nutrirlas día a día, que no debemos dejarnos llevar por la rutina y un montón de etcéteras que estoy segura que nos sabemos de memoria. Bueno, la amistad también necesita de estos ingredientes.
Si mis amigas sufren, yo sufro. Si ellas lloran, yo también lo hago. Si están alegres, yo lo estoy. Si disfrutan, yo disfruto.
Sólo quiero decirles que la amistad es demasiado importante en la vida. Es uno de los pilares con que vamos creciendo. Los amigos de la vida, del colegio, universidad y todos los que vayamos conociendo nos van entregando alegrías, experiencias, cariño y nos van nutriendo para hacernos mejores personas.
No perdamos tiempo. Cada vez que sea el momento, podemos decirles a nuestras amigas que las queremos. No tengamos temor de llamarlas si las necesitamos y enseñémosle a nuestros hijos que la amistad es un valor maravilloso y que es para toda la vida.
Para terminar, sólo quiero decirles a todas mis amigas que las quiero con el corazón. Que son parte fundamental de mi vida y que les doy gracias por ser parte de ella.
Las animo a todas a decirle lo mismo a sus amigas, se darán cuenta que el corazón se siente lleno de alegría.