Vivimos en un mundo que vuela, que no da tiempo para esperar ni para meditar, en un mundo en que todo es inmediato, aquí y ahora. En un mundo tan inmediato que muchas veces no nos da tiempo para todo lo importante, por culpa de todo lo urgente. ¿Recuerdan esa frase cliché: “No dejes de lado lo importante por lo urgente”? Bueno, lo hemos dejado de lado, muy de lado.
Preferimos todo lo inmediato: la comida rápida a un buen plato de cazuela cocinado a fuego lento, las respuestas que da Google al mundo que se abría cada vez que tomábamos una enciclopedia, entrar a Facebook para saber que nuestros amigos están bien, a una conversación de horas con ellos. Es una realidad, pero más que luchar contra ella y alentar a nuestros hijos a vivir fuera de esta vorágine, debiéramos aprender a utilizarlo a nuestro favor… que la rapidez del mundo actual sea una forma de enseñar y educar a nuestros hijos en la importancia de esperar.
El otro día, en una charla de educación sexual para nuestros hijos dijeron algo que es muy sabio y que me quedó dando vueltas: Si no enseñamos a nuestros hijos a esperar, cómo les podremos pedir que al momento de sentir ganas de hacer el amor con el pololo de turno, no lo hagan. ¡Y pucha que es cierto! Las niñas que hoy son adolescentes, son hijas de un mundo muy competitivo, hijas de mujeres que comenzaron a trabajar a la par de los hombres, hijas de padres que estaban todo el día fuera de casa porque tenían que producir. Hijas que estuvieron solas y que los padres, para apalear su ausencia, les entregaban todo lo que pedían de forma inmediata, hijas de un mundo que no espera… y que no encuentra razones válidas para esperar “su momento” para tener sexo con el pololo.
Enseñar a esperar se hace en el día a día, en cosas tan simples como esperar que el otro hermano esté listo para usar el baño, esperar que todo terminen de comer para levantarse de la mesa, enseñarles que este no es el momento para jugar con el Nintendo 3DS o el iPad del papá, enseñarles que deben respetar el turno de los demás para ver su programa favorito… Enseñarles que no todo es aquí, ahora y para mí. Enseñarles que si quiero algo, debo esperar y hacer cosas para merecerlos, enseñarles que hay pares que muchas veces necesitan más que uno, enseñarles que las cosas cuestan en la vida, que no todo se regala aquí y ahora.
Vivimos en un mundo inmediato y desechable, y debemos enseñar a nuestros hijos que podemos cambiarlo, aunque sea en nuestra vida, en nuestra familia, en nuestro entorno. Debemos esperar para optar a una felicidad más pura, más intensa y más duradera.
Fichas de poker: El autoestima en nuestros hijos – Analogía