Escribo sentada en una biblioteca infantil. El silencio maravilloso y la magia de los libros me inunda. Estoy acá porque es el panorama favorito de mi hijo de 7 años. ¡Si! Por mientras sus amigos se dedican a chutear una pelota o a manejar una bicicleta, él prefiere sentarse a leer. Para mi es maravilloso… es todo lo que soñé poder regalarle a mis hijos: el increíble, soñado, infinito y alucinante mundo de los libros.
Es por ello que lo acompaño feliz, que cada vez que puedo le compro sus libros favoritos, que defiendo con uñas y dientes su magnífico hobby.
Es extraño lo que sucede con nuestros hijos, sabemos que no debemos proyectar en ellos todo lo que quisimos ser y no pudimos, pero es innevitable no hacerlo… y es por eso que desde que mi hijo descubrió el mundo de las letras (recién cumplidos los 4 años) ha sido un tema de discusión con mi pareja.
No es que él se oponga a su pasatiempo, de hecho es algo que lo enorgullece… pero es difícil darse cuenta que ciertas partes de lo que soñaste para él no es la realidad. Es que a todos los hombres les pasa, cuando el doctor les dice: “es un niño” lo primero que hacen es imaginárselo junto a una pelota de fútbol 24/7, siendo el popular de su curso por la cantidad de goles… y por qué no, también lo imaginan triunfando en un equipo de renombre. Pero no siempre es así, al menos para nosotros.
En vez de un astro del balón tenemos a un interesantísimo hijo que prefiere ir a la biblioteca que jugar fútbol en el patio del colegio. Nos ha costado entenderlo, sobre todo a su papá, pero aquí está acompañándome en este silencioso lugar.
Es increíble todo lo que la lectura puede regalarle a un niño. Es gracias a ella que este pequeño tiene un lenguaje que ya lo querría cualquier persona varios años mayor que él, conoce tantas cosas, puede hablar de tantos temas… tiene una imaginación tan extraordinaria y llena de situaciones, seres y paisajes. Es capaz de plantear sus ideas con tal claridad que asombra… conoce el mundo y su mundo mucho más que nosotros mismos los adultos.
La invitación de hoy no es solo a estimular la lectura en nuestros hijos… Lo que quiero transmitir es que sea lo que sea que nuestros hijos elijan desde muy pequeños debemos acompañarlos y estimularlos para que disfruten de sus gustos y elecciones, para que aprendan más de lo que realmente les interesa. A fin de cuenta para ser felices necesitamos desarrollar nuestros talentos, conquistar nuestros sueños y hacer lo que nos gusta hacer. Cada vez que nazca un niño el pensamiento debiese ser tan simple como “quiero que sea extremadamente feliz”