Hace 10 años atrás el sol brillaba como día de verano, el cielo de Santiago estaba limpio y celeste y los cerros de El Arrayán más verdes y vivos que nunca. Hace 10 años atrás la maravillosa casa de mis padres se vistió de gala con carpas y manteles largos. Hace 10 años atrás, la cuarta de cinco hermanos dejaba el nido para emprender su propio camino.
Hace 10 años atrás, con lágrimas de emoción en los ojos tomé el brazo de mi padre y sonreimos a todos quienes nos miraban por ese bello pasillo que recorrimos tranquilamente. Hace 10 años atrás mi papá soltó mi mano y se la entregó a un hombre maravilloso.
Hace 10 años atrás dimos un SÍ trascendental, definitivo, eterno. Dijimos sí a amarnos, querernos y cuidarnos, sí a respetarnos y apoyarnos, sí a caminar contra viento y marea juntos, de la mano, por el mismo camino. Dijimos sí a levantar al otro si se cae, sí a abrazarlo en sus triunfos y consolarlo en sus derrotas. Dijimos sí a estar presentes en la vida del otro, si a ser un agente de cambio y de motivación para quien está al lado.
Hace 10 años atrás dijimos sí a despertarnos siempre en la misma cama, a vivir siempre bajo el mismo techo. Si a conversar y discutir nuestros planes. Sí a apoyar al otro en sus planes y proyectos y darle el apoyo y tiempo necesario para que logre sus sueños.
Hace 10 años (bueno, un poco antes) dijimos sí a formar una familia. A llenar nuestra vida de sonrisas, energía, abrazos y momentos mágicos, de narices mojadas, besos chupeteados y kilos de papas fritas con salchicha. Y también de responsabilidades, horas sin dormir y menos tiempo para compartir los dos.
Hoy, después de 10 años, me doy cuenta que el amor tiene todo ese componente romántico de cuentos de hadas, que solo depende de nosotros revivirlo en el día a día. Está compuesto también de trabajo, de esfuerzo diario por ser feliz y hacer feliz al otro. Pero tiene una arista que es parte fundamental, y que un gran porcentaje de las personas ha olvidado: decisión… Yo decidí estar toda la vida con la persona que me casé y como tomé esa decisión, todas las acciones y opciones que tomo en la vida son para reforzar ese vínculo. La opción de romperlo no existe porque nosotros decidimos que así sea.
Y no estoy diciendo que los problemas no vayan a existir, no estoy diciendo que muchas veces nos gustaría no estar viviendo bajo el mismo techo. Pero hay dos cosas que nos mantienen juntos y felices: el amor y la decisión de ser felices juntos.
Hace 10 años decidimos amarnos, cuidarnos, respetarnos y apoyarnos por toda la vida y esa decisión no la rompe nada, porque la avaló Dios desde arriba y nuestro amor aquí en la tierra, en nuestros corazones y en nuestra vida.
¡Feliz aniversario! y gracias por los 10 años más maravillosos de mi vida.