Estar sentado frente al televisor o el computador gasta menos de una caloría. En cambio, caminar 15 minutos hasta el paradero dos veces al día quema 60 calorías.
Es sólo un ejemplo, una ilustración del impacto que tiene la actividad física en nuestras vidas. Porque no se trata sólo de quemar calorías, sino de sumar los beneficios del ejercicio a nuestra vida cotidiana, haciéndola más saludable y plena.
Por eso existe la “pirámide del ejercicio”, que, tal como la alimenticia, pone en la punta qué actividades evitar y en la base cuáles fomentar.
“En la punta está la inactividad física: estar sentado en el trabajo o en el sillón frente a la tele; en la cama jugando con el computador o el teléfono inteligente; echado jugando un videojuego. Todas, actitudes que atentan contra nuestra salud”, explica Marcelo Castillo, Director del Departamento de Ciencias de la Actividad Física de la Universidad Católica del Maule.
En el contexto del Congreso anual de la Asociación Chilena de Nutrición y Metabolismo (ACHUNIMET), el académico invitó a toda la población a basarse en esta pirámide de actividad física para luchar contra el sedentarismo que en nuestro país alcanza el 80%, según la última encuesta nacional de actividad física.
Para la deportóloga de Clínica Meds, Sandra Mahecha, las evidencias científicas acumuladas en los últimos años permiten afirmar que altos niveles elevados de sedentarismo se asocian a una serie de problemas de salud, incluida la muerte prematura. “Entre ellas están la enfermedad coronaria, el accidente vascular encefálico, la diabetes tipo 2, la resistencia a la insulina, la hipertensión arterial, el perfil lipídico alterado, el síndrome metabólico, el cáncer colon y mama, el aumento de peso, las caídas, la depresión y la alteración cognitiva”.
En la base de la pirámide, por el contrario, está el estilo de vida activo. La dosis mínima es realizar por lo menos 30 minutos diarios de actividad física moderada, cinco días de la semana. “La buena noticia es que este tiempo puede ser dividido en sesiones de 10 o 15 minutos. Esta recomendación es lo mínimo que necesitamos para que se convierta en un factor protector de enfermedades. Y es posible: es sólo el 2% de nuestro tiempo”, aclara Mahecha.
Las personas activas en general viven de 3 a 5 años o más que los sedentarios, pero más que los años, la actividad física puede prolongar en hasta 15 años la vida saludable en las últimas décadas de vida. Los estudios también han mostrado que las personas físicamente activas gastan menos en consultas médicas, exámenes y consumen menos remedios.
“Nuestro cuerpo está hecho para moverse y los distintos hitos de la historia lo han ido inactivando. Desde que dejamos de ser nómades, luego con la llegada de la industrialización y hoy con el exceso de tecnología. A eso, se suma la mala alimentación”, dice Castillo.
Asimismo, para cada etapa de la vida, la actividad física debe ser incluida de una forma diferente. “En la infancia la actividad física es espontánea y, naturalmente, los niños se mueven y hacen ejercicio, especialmente cuando están fuera de su casa. Por esta razón, llevarlos a parques, plazas y espacios abiertos para que no tengan contacto con actividades sedentarias es esencial, y así se mantengan activos y en movimiento”, precisa Mahecha.
Los adultos, a su vez, pueden caminar, andar en bicicleta, bailar, hacer un intenso aseo en la casa… Las actividades son infinitas.
La experta sentencia: “Acumular por lo menos 30 minutos diarios de actividad física todos los días de la semana es, sin duda, el mejor pasaporte para una familia más activa, saludable y feliz”.