Muchas veces como padres queremos evitar en nuestros hijos el sufrimiento: les damos todo lo que piden e intentamos evitar que tengan que pasar por malos momentos. Pero con esto no estamos logrando que sean más felices, y mucho menos que aprendan a lidiar con la frustración, a la que tarde o temprano tendrán que verse enfrentados (incluso viendo un partido de fútbol de su equipo favorito) y si no les hemos dado las herramientas no sabrán cómo actuar.
Una persona feliz es aquella que al cometer u error lo afronta y aprende de él. Los errores y las frustraciones son una parte importante de la vida. Sin equivocaciones no hay aprendizaje por lo que como padres debemos enseñar a nuestros hijos a enfrentarlas, superarlas y seguir trabajando para lograr sus metas.
Pero, ¿cómo lograrlo?
En primer lugar tú tienes que dejar de ver el fracaso como algo negativo para así poder enseñarles lo mismo a tus hijos. Cuando alguien comete un error no debe quedarse “pegado” en eso sino más bien debe enfrentarlo, analizar dónde se equivocó para no repetirlo y así aprender. Por ejemplo, si estás jugando con tu hijo a las rimas y él da una respuesta que no es correcta y se enoja por ello debes decirle frases como “a ver, ¿por qué te equivocaste acá?” o “Cuando yo estaba aprendiendo también me equivocaba pero hay que seguir intentándolo para lograrlo”.
Es importante dejar espacios para que nuestros hijos hagan las cosas por sí solos. Obviamente las mañanas no es el mejor tiempo pues estamos todos corriendo para llegar al colegio pero debes encontrar esos espacios que son una buena oportunidad para poner esto en práctica. En el fondo, es dejarlo que pienses las respuestas a problemas diarios a los que se enfrentan y que se den cuenta que a veces no lo hacemos bien pero que no pasa nada, solo hay que cambiar la forma de hacerlo y volver a probar. Así se verán enfrentados a la frustración pero también se darán cuenta que con el error no se acaba es mundo y si es algo que se puede superar. A la vez fomentamos la autonomía y la iniciativa. En este punto es importante evitar tanto la sobreprotección como el exceso de permisividad.
Muéstrale que al aprender de sus fracasos está sacando de algo que no le gusta algo bueno. Además está creciendo como persona. Es decir, todo fracaso trae algo positivo.
La respuesta más común a la frustración es la rabia. Si por evitarnos pasar un mal rato cedemos a esta respuesta le estaremos enseñando a nuestros hijos que esta es una forma fácil y rápida de superar la frustración. Debemos mantenernos firme en nuestra decisión para que la rabieta no sea la forma de conseguir lo que quieren, por muy difícil que esto se nos haga a veces.
Conversa con tus hijos de los errores y fracasos pues si lo habla y lo entiende estará más tranquilo y tendrá más confianza la próxima vez que deba hacer lo mismo.
Pon objetivos razonables a tus hijos. Los niños deben entender que para lograr algo hay que esforzarse pero si ponemos metas muy altas no lograrán sus objetivos por mucho que trabajen en ellos y perderán la motivación. Por otro lado, si las metas son demasiado fáciles aprenderán que no es necesario trabajar mucho para lograr las cosas y cuando se enfrenten a algo más difícil no querrán hacerlo. Tienen que darse cuenta que el esfuerzo les permite superar los fracasos y que la perseverancia es muy importante para cumplir con las metas.
Por último, pero en nuestra opinión lo más importante, sé tú un modelo de manejo de frustración. Es decir, si te ves enfrentada a una situación que te produce frustración y tus hijos te están viendo anda contando lo que te va pasando. Que vean que tomas el fracaso con una actitud positiva y que te esfuerzas para superar las dificultades.
No son tareas fáciles pero si muy necesarias para tener hijos más felices.
Basado en el texto escrito por Celia Rodríguez Ruiz
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