Antes que todo, debo aclarar que esta columna no tiene nada que ver con machismos o feminismos extremos. No soy feminista y mucho menos machista, pero quiero hablar de ciertas cosas que tienden a encasillarse en esos temas.
La otra vez vi una imagen en Facebook (la que pongo en esta columna) que la encontré tan cierta. No porque las mujeres somos superior a los hombre ni viceversa. La encontré cierta porque me sentí identificada con ella en todo lo que expresaba.
Soy una orgullosa total de ser mujer y de poder dar vida, dar amor, dar compromiso, dar ideales, dar educación y sin cuestionármelo. Soy orgullosa de poder ser madre, de decir que mis hijos están antes que cualquier cosa y que aún, a los 33 años, cuando tengo problemas recurro a mi mamá (una mujer maravillosa) para que me ayude, me consuele y me haga cariño.
La imagen sólo me hizo pensar que hace muchísimo tiempo dejamos de ser el mal llamado “sexo débil”. Me encanta este empoderamiento de nosotras para saber tomar nuestras decisiones. Podemos trabajar y cuidar a nuestros hijos. Sabemos que queremos y como esperamos lograrlo. Nos fijamos metas y sabemos que tarde o temprano las vamos a cumplir.
Nuestra mayor felicidad es ver a nuestros hijos crecer. Verlos dar pequeños pasos día a día camino a formar su vida. Nuestra mayor meta es verlos felices, contentos y realizados. Nunca me voy a olvidar una cosa que me dijo mi papá: “hija no importa lo que estudies. Lo importante es que seas feliz estudiando lo que quieres”. Y así fue. Y eso es lo mismo que quiero para mis hijos.
Somos mujeres bellas, que luchamos por nuestra familia, que somos profesionales y madres a la vez, que podemos hacer varias cosas al mismo tiempo y todo bien terminado. Que amamos, que lloramos, que reímos, que consolamos. Somos mujeres completas.
Sabemos enfrentar enfermedades, problemas, sufrimientos y salimos estoicas de ellos. Eso y mucho más representan esta imagen. Insisto que no tiene nada que ver con ser feminista o machista. Esto tiene que ver con creernos el cuento. Con estar consientes que somos fuertes, de que podemos más de lo que nosotras mismas creemos. Que nos levantamos una y otra vez, que tomamos decisiones y nos hacemos cargo de ellas.
Sólo quiero decirles a todos que no existe nada mejor que ser mujer. Estoy orgullosa de serlo y estoy orgullosa de todas las mujeres que llenan mi vida.
