Usar los dedos de las manos para contar y calcular es algo universal. Probablemente esta forma de contar es la más antigua de todas y tiene algunas ventajas.
Cuando los niños comienzan a contar con los dedos como un método de apoyo inicial es muy bueno pues primero aprende a través de su propio cuerpo y luego lo lleva a algo más abstracto. Esto permite que el niño comprenda mejor las matemáticas y tenga un mejor cálculo mental a futuro.
No tenemos que tener miedo que nuestros hijos usen sus dedos para calcular, más bien tenemos que usar este recurso para que logren interiorizar lo que son las sumas y restas. Es muy común que los niños con dificultades para el cálculo mantengan esta estrategia por mucho tiempo pues les da seguridad a la hora de hacer cálculos.
Lo que sí es importante es ayuda a nuestros hijos a ir trasladando esta técnica a lo abstracto. Para esto en la medida que van creciendo podemos ir reemplazando los dedos por material concreto (lápices, bolitas, fósforos, lo que este al alcance de la mano) y poco a poco ir reemplazando un numeral solamente con material concreto y haciendo que mentalmente retengan el numero.
Otra técnica que es buena de trabajar es que aprendan sumas de memoria. A cualquiera de nosotros que nos pregunten cuanto es 2+2 podemos decir la respuesta instantánea sin pensarlo, esto es porque ya la sabemos de memoria. Mientras más se ejerciten las sumas de forma mental es más probable que vayan quedando guardadas en la memoria.
Si pueden hagan una mezcla de técnicas para que sus hijos no se queden “pegados” en contar con los dedos y puedan ir avanzando.