¿Será verdad lo que me está contando? ¿En realidad ya terminó la tarea? ¿Cómo puedo saber si se leyó el libro? ¿Se quedó toda la tarde en la casa de su amiga? Muchas veces nos gustaría estar dentro de la mente de nuestros hijos para saber si lo que nos cuentan es cierto o no. Aunque no lo crean, hay una forma de lograrlo.
Los estudios demuestran que cuando se trata de niños la respuesta que obtengamos de ellos depende más bien de nosotros, de la forma en la que les hablamos que del niño en sí. Sí, los niños pueden ser mentirosos, callados, decir tonterías… Pero los estudios parecen probar que cómo se comuniquen dependerá de cómo nos comuniquemos nosotros con ellos.
Existen consejos para lograr que los niños hablen con la verdad, los que han sido extraídos de protocolos que se utilizan para tomar declaraciones judiciales verídicas a los menores de edad, las invitamos a revisarlos.
– Hacer preguntas abiertas: Si les preguntamos cosas que solo pueden contestar con sí o no es muy probable que a diferencia de un adulto (que lo interpreta como una invitación a hablar) los niños se queden en la respuesta simple. Solemos hacer preguntas cortas y guiadas cuando el niño es poco hablador, pero esto es contraproducente. El niño será más sincero y contará más cosas con una pregunta de final abierto, las preguntas cerradas les causan más presión.
– Acercamiento previo: Siempre que queramos hablar de un tema delicado o importante para ellos debemos hacer un acercamiento previo y hacerles sentir cómodos. Es fundamental que el niño comprenda que para nosotros es muy importante su punto de vista.
– No sé: Es importante que el niño sepa que puede contestar “no lo sé” en el caso de que no sepa la respuesta, esto le quitará presión y hará que la conversación sea más natural. También evitará que el niño invente las respuestas. Es importante que el niño entienda que este es un recurso solo para cuando no conocen la información que le preguntamos, no para todas las ocasiones.
– Debemos ser conscientes de nuestras propias reacciones ante las respuestas del niño: Por ejemplo puede que sonriamos o hagamos una mueca cuando el niño contesta algo que está mal o nos hace gracia pero esto hará que el niño repita esta respuesta pensando que nos agrada. Si queremos que el pequeño diga la verdad debemos ser poco expresivos frente a sus respuestas.
– Explicación: Los niños suelen decir la verdad cuando se les explica que esto es lo que queremos, cuando se les pide que se comprometan a ser sinceros.
– Los niños tienen dificultad para expresar los eventos en el tiempo: Manejan bastante mal las horas por ello no hay que esperar que ubiquen los eventos en el momento correcto. Además manejan también mal los números, por ejemplo para expresar cuantas veces han ido a un sitio o hecho cierta actividad, así que es mejor no preguntar este tipo de cosas pues nos arriesgamos a una respuesta poco precisa o falsa.
– Nombre y retroalimentación: Existe un truco muy eficiente para lograr que el niño hable: Dirigirnos a él por su nombre, darles retroalimentación asintiendo con la cabeza o diciendo “aha”, “hmm”…. Hablarles a su mismo nivel y mirándoles a los ojos, ser educados y decir por favor, dejarles acabar sus historias hasta el final antes de intervenir. A fin de cuentas, hacerlos sentir que lo escuchamos.
– Es útil hacer saber al niño que se aprecia su esfuerzo por compartir y expresar sus sentimientos.
– Tono de voz: Es importante utilizar una voz tranquila y firme, con niños más pequeños el tono de voz es más importante: debe ser atractivo y llamar la atención ligeramente para que el niño mantenga la atención. Debemos evitar gritar o elevar la voz o utilizar un tono despectivo.
Como pueden ver no es necesario someterlos a extensos cuestionario, la técnica está en la forma en que hablamos y escuchamos. Ellos saben leer muy bien nuestro cuerpo, por lo que es fundamental que esté dispuesto al diálogo. Es importante adaptar las tácticas a la edad y madurez del niño para lograr buenos resultados