Traer un hijo al mundo es un acto de amor, un hecho que nos ilusiona y nos llena de esperanza. Antes de tener un hijo uno tiene una idea “romántica” de la maternidad: una guagua que duerme, unos niños que jamás hace una pataleta, una niña que se come toda la comida sin escándalos… En los primeros días nos damos cuenta de que no es así… Aparte de darle cuidados, cariño y amor (además de un “colchón” material para que no le falte nada) el niño necesita que lo eduquen.
La educación es una condición que debe estar siempre presente en cada uno de los actos cotidianos y no se puede delegar al jardín, colegios u otros familiares. Educar a un hijo no es fácil, necesitamos ser constantes y consecuentes, cariñosos y firmes. En este sentido, podemos distinguir 4 tipos de educación:
Modelo autoritario: Acaba con la mala conducta con cierta rapidez, los límites son claros, pero es un modelo que cierra la comunicación con los hijos, no les enseña a solucionar problemas y no está basado en el respeto. Se basa en “yo tengo el poder y el control” y aleja a los niños de ser responsables de sus decisiones, ya que no las toman.
Modelo permisivo: Las malas conductas no se acaban, no hay límites, no enseña responsabilidad, se basa en la comunicación y el respeto del padre hacia el hijo, pero no del niño hacia el padre. Se basa en la creencia de que los padres comunican sus deseos, exponen lo que es mejor para el niño, teóricamente este escucha, comprende y acepta las reglas. Esto, raramente ocurre si va en contra de los deseos del niño.
Modelo mixto: Se comienza siendo permisivo, y al no alcanzar los objetivos, se pasa al autoritario. Es el modelo más utilizado. Los padres empiezan hablando, sermoneando, rogando, pactando, y ante la ineficacia de estas acciones, terminan imponiendo sus criterios de forma autoritaria. No señala límites, cierra la comunicación y desaparecen el respeto y la responsabilidad.
Modelo responsable: Los límites son claros, expuestos con respeto y serenidad y normalmente acompañados de consecuencias lógicas y naturales. La comunicación es abierta y las palabras van acompañadas de hechos. Límites con amor y amor sin límites. Las consecuencias deben ser lo más sencillas e inmediatas posibles, e ir acompañadas de una explicación en función de la decisión que haya tomado el niño.
Todas sabemos que el modelo ideal es el último. Pero muchas veces nos cuesta llevarlo a cabo. La invitación de hoy es a que revises cómo estás educando a tus hijos y si este método tiene los resultados que esperas.
Fuente foto: www.abc.es