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Diferencia entre sexo y género: a romper con lo preestablecido por @Alepolig

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Vivimos en un mundo donde las etiquetas se han impuesto durante tantos años que es muy difícil dar la vuelta e intentar modificarlas. En un mundo donde uno tiene que ser “perfecto”, se ve mezclado con lo imperfecto de la naturaleza humana.

Muchas veces dentro de esta concepción de “perfección” o de “deber ser” tendemos a regirnos por esas estructuras establecidas a través de los años. Y donde lo vemos de manera más marcada, es en los roles de papá y mamá.

Pero para ahondar en ese tema, creo que es necesario hacer una distinción entre sexo y género. Yo recién lo vengo entendiendo a cabalidad y creo que muchas veces uno tiende a confundirlos, cayendo en errores al momento de definir ciertas actitudes o de asignar ciertas tareas.

El sexo es determinado por la naturaleza, ahí nosotros no podemos interferir. En cambio el género (en este caso varón o mujer) se aprende con la vida y puede ser modificado, reestructurado o cambiado cuando se encuentre una intención de hacerlo. El género finalmente es una construcción social establecida a través de cientos de años que entrega características determinadas tanto físicas, sicológicas, afectivas y sociales. Y éstas son validadas por la sociedad.

Y es aquí donde quiero llegar. No quiero que piensen que esta es una columna feminista. No lo es para nada. Pero si es una columna que pretende comenzar a demostrar que el “género” puede y debe ir cambiando con los años. Y el mejor ejemplo es el rol de padre.

Sí, muchas veces el rol de padre viene cargado de todo un gran bulto de deberes y obligaciones. Viene impuesto de un “deber ser” que la sociedad en general espera de él. Debe ser el que da el sustento económico, debe ser el que sale a trabajar de sol a sol, debe ser el que impone reglas y normas, debe ser el que debe descansar más para rendir, debe ser el que ve televisión para descansar, debe ser el que duerme de corrido toda la noche.

En los tiempos de hoy, la crianza debe ser un rol compartido entre padre y madre. Son los dos ejes fundamentales en el desarrollo de los niños. La crianza es un proceso maravilloso y de inmensas responsabilidades, por lo que, si es posible, compartirlo con la pareja es relevante para ambas partes.

El género de la mujer también viene cargado de ese bulto. Claro, somos nostras las que debemos estar en la casa, debemos ser agentes presentes en la educación de los hijos, debemos hacer las tareas con ellos, debemos ir al supermercado, debemos bañar, debemos mudar y dar la comida.

A lo que quiero ir hoy es que debe existir un género compartido entre hombres y mujeres. Debemos ser capaces de encontrar ese equilibrio y, muchas veces, es responsabilidad nuestra entregarle a nuestra pareja ese nuevo rol. Ellos, con esta carga de “deber ser” muchas veces se pierden tantas cosas que después lamentan.

Mi llamado hoy es a dar ese paso para que los hombres sean parte de todo lo que implica tener un hijo. Es a repartir obligaciones, es a dejarlos cometer errores al poner el pañal (aunque nos estrese) para que vayan aprendiendo. Mi llamado es a que ellos deben ser un poco mamás para que nosotras podamos, por ejemplo, salir con las amigas, ir a trabajar o simplemente descansar un rato.

Cambiar a las generaciones adultas es muy difícil. El cambio debe venir de nosotras para que nuestros hijos vayan viendo modelos y roles distintos. Para que ellos en el futuro sean ese agente de cambio tan necesario para nuestra sociedad.

Repartir las tareas no es nada grave. Es más, es algo lindo porque lo estás involucrando en el proceso. El género no define como debemos ser. Ya sabemos, podemos modificarlo y sacar todas esas imposiciones sociales que ya está añejo.

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