Cuando tenemos niños pequeños es casi imposible mantener la casa en orden. Hay juguetes, galletas, libros y lápices tirados por toda la casa. Es importante que nuestros hijos comprendan que mantener el hogar limpio y ordenado es misión de todos los que vivimos en él. De esta forma serán más ordenados y tomaran conciencia de las responsabilidades que tienen dentro de su entorno.
A partir de los cinco años, los niños pueden asumir tareas sencillas en casa. Poco a poco desarrollan la idea de la responsabilidad. Podemos ir preparándoles para la vida de adulto, pero sin ser demasiado exigentes. Y así fomentamos la colaboración en casa.
En una familia donde la madre lo hace todo es difícil transmitir la idea de colaboración. Pero si todos contribuyen en la medida de sus posibilidades, responsabilizarse de las tareas domésticas se convierte en una rutina y se ve como algo natural.
Si a los tres años los niños estaban dispuestos a ayudarnos en todo por su afán imitador, es posible que con cinco o seis se les olvide este interés y sea cada vez más difícil motivarlos a ayudar en casa. Como los padres somos las personas a las que más admiran, aún podemos recurrir a la imitación.
A partir de los cinco años, los niños pueden encargarse de actividades domésticas sencillas como:
– Clasificar calcetines.
– Dar de comer al gato.
– Poner y quitar la mesa.
– Sacar la basura.
– Recoger sus juguetes.
– Ordenar la cama.
– Ayudar en la cocina.
– Barrer.
Sabemos que nuestros niños pueden llevar a cabo estas misiones, lo importante es que sepamos como hacer que se interesen y se motiven por cooperar. Para ello, te recomendamos:
– Empieza por algo fácil, que le guste.
– Las tareas deben ser muy concretas, olvidate del «ordena tu pieza». Es mejor empezar por «anda a guardar tus autitos en su caja».
– El trabajo será más divertido si lo compartes y lo conviertes en un juego o inventas recompensas por su colaboración.
– Si tu hijo no lo hace bien, no lo critiques, halaga su esfuerzo para que se sienta orgulloso. Tampoco sirve que le digas que está bien y luego vayas a corregirlo. No verá sentido a lo que ha hecho, y puede que la próxima vez no quiera ayudar. Es mejor enseñarle otro día la forma de hacerlo bien.
– No le inculques una visión negativa de las labores domésticas, ni las utilices como castigo.
– No repartas las tareas en función del sexo. No tenemos que olvidar que nuestros pequeños hijos vivirán en un mundo mucho más igualitario por lo que es importante que comprendan que todas las tareas pueden ser hechas tanto por hombres como por mujeres.
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