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¡Amo la comida! por @memecarranca

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¡Me encanta comer! Soy de esas personas que disfruta enormemente con un buen plato de comida, con un exquisito sándwich, con un buen café o un rico helado. Soy de quienes aun no termina de comer el postre y ya está pensando qué vamos a comer a la hora del té o a la cena. Es mi vicio, mi placer culpable… pero he sabido manejarlo y mantenerlo a raya.

Vivimos en un cultura súper alimenticia, centramos todos nuestros compromisos sociales en un plato de comida… invitamos a asados, nos juntamos a tomar un cafe, vamos con los niños a tomar helado, si vamos al cine no podemos entrar a la sala sin una enorme e incomible porción de cabritas. Todo lo hacemos en torno a la comida. Es tanto así que, a veces, por la complicación de qué les doy de comer dejamos de invitar gente a nuestra casa.

Y es complejo, es complejo educar a nuestros hijos en un ambiente en donde la comida no sea tema ni por su exceso ni por su falta. Nuestras madres y abuelas nos enseñaron a entregar amor a traves de la comida, a hacer sentir al otro que lo queremos con un exquisito plato y lo haremos y seguiremos haciendo por los siglos de los siglos, es nuestra forma de ser y ante ello no hay nada más que disfrutar. Disfrutar de esos esquisitos asados, de los postres y tortas hechos por la abuela, de los cafés con harta crema y bien conversados con nuestras amigas.

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El punto es que nuestros hijos deben entender que deben alimentarse bien, que es rico el fin de semana comerse el maravilloso bistec a lo pobre que hizo el papa y la torta tres leches que hizo la mamá, pero que es una excepción. Que nosotros, en el día a día, debemos nutrirnos y alimentarnos bien, porque nuestro cuerpo lo necesita.

En un mundo en el que la obesidad es una pandemia, en el que los trastornos alimenticios son pan de cada día, debemos ser muy cuidadosas con nuestros hijos, con el mensaje que les entregamos en torno a la comida. No caer en el exceso y premiarlos con comida, o pero aún, entretenerlos con ella. Y misión aún más difícil, no entregarle a nuestras hijas todos nuestros complejos en torno a la comida. Saquemos la palabra “gorda” de nuestro diálogo con ellas, inculquémosle lo que es la comida saludable, pero no cataloguemos toda la comida calórica como “esto no porque engorda”

Todas las que somos madres pasamos por la adolescencia a dieta, la gran mayoría de nosotras tiene amigas que fueron o son anoréxicas o bulímicas o amigas que llegaron al quirófano para poder sacarse los muchos kilos de más. Evitar que nuestras hijas caigan en eso, es misión nuestra y del día a día. La solución es educarlas en hábitos alimenticios saludables, pero no extremos. La solución es enseñarle una realidad clara sobre la comida y la importancia de hacer deporte, como siempre, la solución es estar presentes y entregando el mensaje correcto en el lugar y tiempo vital indicado.

 

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