Las comidas en familia son uno de los pocos ratos durante el día en que la familias se reúnen y puede intercambiar ideas, contarse cosas, penas, alegrías, aprender a conocerse y tratar de darse apoyo mutuo de acuerdo a las circunstancias que cada miembro está viviendo.
Desafortunadamente, en ocasiones se producen discusiones y hasta de peleas que alejan a los miembros de la familia del sueño de convertirse en un hogar y una familia feliz.
Recuerdo que cuando era pequeño, nuestra familia de 5 integrantes o mejor dicho 6 (incluyo a nuestra nana), ésta última era muchas veces la encargada de construir el ambiente amable y cordial en el cual se deben desarrollar las comidas en una “familia feliz”, por supuesto ayudada principalmente por nuestros padres (papá y mamá), cenar todos juntos era un rito que no se rompía por nada. Y era esa, precisamente, la instancia que teníamos todos para compartir nuestro día.
Las comidas hay que rodearlas de un ambiente favorable mínimo tanto afectivo como educativo por parte de nosotros como padres de familia y no convertirla únicamente en una simple distribución de alimentos o un trámite que hay que cumplir diariamente por el bien de la “salud” de los niños (ni siquiera de los adultos).
Estuve leyendo en diversas publicaciones, que existen algunos principios tradicionales para lograr optimizar estos momentos y convertirlos en una ocasión de feliz convivencia para poner cimientos para un hogar y una familia feliz, que es lo que todos anhelamos.
Aunque existen “reglas de etiqueta” al respecto, lo mejor es que cada familia lo resuelva de la manera que más le acomode. Al menos nosotros, siempre intentamos que los hijos más pequeños se ubiquen – cuando están sentado en la mesa – al lado de uno de los padres, abuelos o adultos cercanos.
Las exigencias de los trabajos actuales, ha ocasionado que muy frecuentemente la familia completa se reúna únicamente los fines de semana, razón aún mayor para aprovechar esos momentos y convertirlas en alegres y positivas convivencias dignas de un hogar feliz.
Creo firmemente que la educación a edad temprana es fundamental, y que las claves para el mejor trato durante la comida en una “familia feliz” tiene que ver con el rol que cada integrante juega en ese momento tan especial, y que debe conservarse para todo tipo de ocasión y cada quien debe respetar el lugar del otro.
La madre y el padre (idealmente uno), debe aprovechar estos momentos para enseñar a sus hijos pequeños cómo comportarse en la mesa y enseñarle los elementos principales de educación y hacerles sentir que todo eso contribuye a construir un hogar feliz que los albergue a todos, y que siempre que se siente a la mesa debe ser motivo de felicidad y unidad, de que es un lindo momento en familia!
Educar bien a los hijos desde pequeños les ayudará mucho (en este caso estamos hablando de cuando están en la mesa, situación que es extensible al resto de los ambientes y circunstancias por supuesto), pues a medida que crezcan, les evitará cometer torpezas cuando se les invite a casa de amiguitos (as), y a medida que crecen si las invitaciones son más importantes, entonces con mayor razón, puede que sean pre-juzgados o mal juzgados, y a mi juicio, un niño(a) que no se comporta bien, habla de poca preocupación de los padres.