Familia

3 razones para no gritarle a los niños

En la medida que el día avanza, y nuestra paciencia disminuye, el tono de voz comienza a aumentar. Es común que ya llegada la noche nuestra casa sea un griterío. Hoy te dejamos 3 poderosas razones para no gritarle a los niños, te invitamos a leerlas e intentar nunca más caer en la tentación de expresas tus emociones en gritos.

1. Gritar eleva la agresividad en vez de reducirla:

¿Te gustan los gritos? ¿Los encuentras agradables? Lo más seguro es que no. Gritarle a alguien generalmente lo altera más y aumenta la agresividad. Si deseas restaurar la calma en la casa, no lo lograrás con agresividad. Trata de respirar y si el comportamiento de tus niños está muy mal, haz una amenaza de castigo que estés dispuesta a cumplir. Por ejemplo, puedes decir que contarás hasta tres y que si no dejan de pelear, les apagarás la televisión o les quitarás el computador hasta el próximo día. Si eres consistente, los niños aprenderán a respetarte.

Otra opción es cambiar la actividad a algo más tranquilo para modificar la energía y calmarlos a todos. Elige actividades que relajen como bañarlos, escuchar música tranquila o leer un cuento.

2. Gritar refleja una pérdida de control

Cuando todo parece un verdadero desastre, gritar parece la única manera de retomar el control, sin embargo, es un reflejo de la falta de control. Si papá o mamá son incapaces de controlarse a sí mismos, no sólo no brindan un buen ejemplo a los niños, sino que les estamos diciendo que cuando las cosas no son como nos gustarían, es válido gritar y ser agresivos. A largo plazo, crea un problema mayor, porque se vuelve la manera en que todos en el hogar expresan su frustración cuando las cosas no andan como quieren.

3. Gritar no resuelve los problemas

Si nos has sabido ponerle límites a tu hijo, no esperes que cuando se esté portando mal puedas controlarlo a gritos. Para resolver el problema de fondo, pon reglas, explica las consecuencias si no se respetan y cumple las amenazas porque si no los niños aprenden que nuestras palabras no significan nada. Además, al gritar, estás prestándole atención a tu hijo cuando se porta mal. Verás que si le empiezas a dar atención cuando se porta bien  estarás reforzando el comportamiento positivo y le darás una motivación extra para llamar tu atención con cosas buenas.

Lo importante es controlarse y, en la medida de lo posible, no traspasar nuestras rabias, malos ratos y frustraciones a nuestros hijos. Muchas veces el que ellos griten y se porten mal no es más que un reflejo de nuestra actitud frente a ellos.

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